lunes, 1 de junio de 2015

Odio, celos, envidia

Si pienso en tres de las emociones que parecen mover al mundo y nuestros recursos, el odio, los celos y la envidia, me viene a la cabeza una investigación en la que apuntaron que hay dos zonas del cerebro interno, por debajo de la corteza cerebral, el putamen y la ínsula, donde parece que se concentra la actividad cuando pensamos en alguien a quien odiamos.

Esas mismas zonas son las que también se iluminan cuando accedemos a ellas con los modernos equipamientos,
Así que no andamos tan desencaminados cuando afirmamos que del amor al odio hay un solo paso o poco camino.

Algunos personajes paradigma de cada sentimiento
Y qué sucede con los celos, ese sentimiento que nos produce el miedo a perder el amor de alguien en favor de un tercero.


Nos pueden reconcomer por dentro y lo curioso es que nos es más fácil perdonar un desliz sexual con otra persona que pequeñas bobadas diarias como que nuestra pareja deje la ropa sucia en cualquier lugar o que no recoja la cocina o la mesa con la asiduidad que le demandamos.

Imagen procede de esta página americana
Ambos sentimientos pueden despertar el sentimiento de ira en nosotros y ésta es, en palabras de Shakespeare El veneno que nos administramos con la esperanza de que cause la muerte del otro. En su Otelo quedan reflejadas estas emociones y tal vez no haya mejor obra en la que aprender de ellas y sus consecuencias.

Tomada de la misma página anterior
La envidia es un sentimiento que según los investigadores dura más que el placer que produce el objeto envidiado. Me parece un estudio muy fino y además me viene a la cabeza la cara del niño que observa con envidia como otro saborea un helado, mientras que él no tiene dinero suficiente o permiso de sus padres para consumir uno.

Hay un ejercicio bonito que se denomina tú lo tienes yo lo quiero y que os puede ser de utilidad para reducir el ruido que os pueda provocar alguno de estos sentimientos.

Concentraros en una cuestión que os consuma por dentro, de celos o de envidia o de odio.

Considerar qué os ha llevado a querer lo que tiene el otro. Deciros: lo quiero, yo lo quiero, quiero su paz o su dinero o su sentimiento de, lo que sea. Quiero eso, también puede ser algo así como quiero castigarlo.

Ahora quedate en ese sentimiento por unos momentos.

Piensa que tienes delante a esa persona, que te provoca los celos, el odio, la envidia y haz el esfuerzo de ponerte en su lugar, durante al menos dos minutos de tiempo: siente como piensas que siente, piensa como sientes que piensa, sé ella durante este tiempo. Ahora toma conciencia de que ella desconoce los sentimientos que te despierta. ¿Puedes reducir el sentimiento que te despierta hasta que sea apenas un recuerdo de algo que ocurrió antes que ahora, en el pasado?

A lo mejor es tiempo de dejar que se vaya el pasado.

Saludos.

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