Entre las que más me han llamado la atención están aquellas amables a las que no he visto hacer críticas demoledoras, sino que se muestran o mostraban (aquellas que ya no están aquí, porque han cambiado de pais o de estado, han dejado de existir para mi) amables y evitaban dedicarse a castigar a aquellos otros distintos de ellas.
Una de las preguntas que me hago sobre esta costumbre de criticar y de castigar -figuradamente- a los distintos es la siguiente:
¿Les castigamos por pensar de manera distinta, exclusivamente, tenemos en consideración sus intenciones, que pueden ser buenas? Quienes han escrito sobre ello consideran que si castigamos a los otros, no les permitimos cambiar; y que si vamos por la vida como justicieros, nos encontramos en una situación de soledad moral, ya que esa perfección que manifestamos frente a los otros, les impedirá cambiar, como nos lo impide a nosotros mismos.
Dentro de los esquemas que se describen en la terapia del mismo nombre, hay uno, Castigo, Disciplina, donde señalan los autores que destacan los siguientes aspectos.
El esquema punitivo de Young, simplificado. |
Un ejemplo
En el libro de Young, se presenta un caso muy interesante, donde una joven se caracteriza por los siguientes elementos:
Alicia ha crecido en un entorno puritano, donde la madre ejerce un papel moralista y aleccionador; en este hogar se considera que la gente es en esencia mala y que hay que vigilar todo, especialmente lo que se piensa y lo que se hace, para no desviarse del buen camino. Papá era alcohólico y su madre le inculcaba la necesidad de cuidar de él, de ayudarle a irse a la cama cuando estaba ebrio y de no preguntarse nada.
Con el tiempo, Alicia se convierte en una mujer recta, estricta consigo misma, que, sin embargo, tiende a seleccionar amigos y parejas conflictivos sobre los que vuelca su "madre interiorizada", al tiempo que se preocupa por ellos y les cuida. Dos esquemas de actuación, pero uno claramente dominante, el de castigar a los otros por lo que son /no son y al tiempo preocuparse por ellos en exceso, como si no pudieran mejorar sin su ayuda.
Hace poco alguien mencionó que una persona, conocida de otra, iba a tomar los hábitos, a los 24 años de edad, tras seguir una de las pretensiones de su madre. Tanto si es completamente cierto, como si no, el relato se acompañó del hecho de que el padre de la persona que iba a ordenarse en clausura, había acabado recientemente con su vida. No es una historia muy edificante, pero es ilustrativa del modelo de castigo que menciono arriba.
En mi práctica en la clínica, he tenido ocasión de conocer a personas que viven con un elevado sufrimiento por mantener esquemas de este tipo, que suponen un fuerte desgaste, al haber interiorizado la voz de otras personas como guía de su propia existencia; cuando logran liberarse un poco de esa voz recriminatoria, cuando construyen una manera de trabajar sobre su propia vida más abierta y conciliadora para con su niño interior y para con los demás (cuando, en definitiva, deja de predicar un perfeccionismo inexistente) suelta un lastre innecesario, que facilita su transitar por el mundo.
Una técnica
Las personas flexibles que aceptan otras realidades amén de la que les produce mayor seguridad (las tiranías internas y externas sobreviven porque otorgan la seguridad que no podemos lograr en la vida) suelen preguntar mucho, antes de darnos su opinión, si es que se la pedimos.
Otra característica de las personas flexibles es que a lo que nosotros decimos pueden añadir algo, aunque prácticamente nunca ignoran lo que hemos dicho, sino que añaden lo suyo. Prueba a jugar a este juego durante los tiempos que establezcas: Si alguien dice algo que no te atrae mucho, puedes intentar decir, Sí, eso que dices puede ser, desde luego; yo, además, considero que [añade lo que consideres oportuno, dejando establecido que lo que el otro ha dicho es posible, también, aunque prefieras otro modo de pensar].
Una referencia en Facebook
He publicado una nota en la página de Facebook, para la que he empleado otro gráfico, que puede ser interesante para ti. Gracias por leerme. Saludos.
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