Aunque para Violeta Parra, eran lo más de lo más, en cuanto a sentimientos. Su volver a los 17.
Los sueños a los 17 pueden tener la fuerza transformadora que cambia el mundo. De hecho, algunas de las investigaciones aseguran que tener proyectos te hace más feliz que estar enamorada /o a esa edad. No le podemos preguntar a Alejandro Magno, pero sí a personas como la joven de la fotografía, que vive en Bratislava y recauda fondos para mantener la tradición musical de su país.
Magdaléna Tunegová |
Mientras que los estudios sobre felicidad anticipan lo que ya sabemos, que los jóvenes universitarios logran estupendas puntuaciones en felicidad, comparados con el resto de grupos de edad (los retirados también reivindican sus puntuaciones altas, al menos al inicio de esa época, durante los primeros años de Viva la vida loca que suelen acompañar a las jubilaciones, cuando son generosas en materia económica), los adolescentes son un grupo difícil de pronosticar en materia de felicidad.
No tanto porque no lo sean, cuanto porque no lo saben. Según los parámetros de los adultos tienen que serlo, "Sois felices", les decimos. Y lo apuntalamos con expresiones negativas como:
- No tienes que madrugar salvo para ir a...
- No tienes responsabilidades salvo...
- No tienes problemas económicos salvo...
- No tienes exigencias de los demás salvo...
Como si vivieran en una granja, les minusvaloramos en los esfuerzos, les consideramos bebés crecidos que no desean madurar, porque cuando lo hagan se llenarán de las cosas que acompañan a los adultos, la mochila se les caerá por tanto peso.
Como la influencia de los países también añade algo a estos temas de la felicidad, en algunas de las encuestas aparecen lugares como Dinamarca, Suecia, Noruega, Finalndia, en los primeros lugares, mientras que los últimos lugares los ocupan países africanos, como Burundi, Togo, República Centro Africana y algún europeo possoviético, como Bulgaria.
Lo que vemos que tienen en común es el dinero, la renta media y el acceso a servicios que son gratuitos para los ciudadanos que no disponen de recursos o los abonan indirectamente vía impuestos.
Quizás en el caso de la felicidad de los adolescentes influya la disponibilidad o el acceso a los recursos, es decir, el tipo de familia en el que se desenvuelve la vida diaria. No lo sé, porque es difícil acceder a estudios de este tipo que sean, además, significativos en materia de datos o de adoptar decisiones.
En un blog de profesores hay algunas informaciones sobre ello; Luis Rojas Marcos difundió una conferencia, en papel, sobre felicidad y adolescencia.
Viene a decir que tanto felicidad como adolescencia convergen, según los estudios. Para estos jóvenes, la felicidad coincide a veces, muchas veces, con el amor y también con la intensidad de las emociones positivas que le producen una melodía o una imagen.
Mientras el grupo Kings of Leon entiende que la chica de 17 trata de dormir mientras los hermanos pelean en otra habitación. (La letra, en inglés).
No obstante siempre hay quien alude a principios religiosos a la hora de prevenir y advertir ante el descalabro que la búsqueda de una felicidad mal entendida puede acarrear.
Algunos estudios concluyen que las experiencias con sentido profundo, especialmente si han de ver con hacer cosas por otras personas, influyen en la percepción de felicidad de los adolescentes.
Otros estudios, sin embargo, consideran que a medida que se cumplen años, la felicidad se vuelve más esquiva y esto lo afirman tras realizar diversos experimentos con jóvenes. Entre estos estudios, destaca éste, por ejemplo, donde se estudia a jóvenes fineses, entre los 12 y los 15 años.
La adolescencia, desagregada en varios períodos, entre los 11-14/15, de ahí hasta cerca de los 17 y de aquí en adelante, hasta, digamos, los 45 años, en el caso de los hombres (¡Jijiji!-broma), tiene diversas componentes de felicidad, o diversas expresiones. Incluso el hecho de que hagan felices a sus mayores les puede beneficiar, porque, si lo miras tal cual, un adolescente pasa la mitad de su tiempo semanal -o más- en casa (debe ser inversamente proporcional a medida que se adentra en la adolescencia, más a los 11 años y muchísimo menos cerca de los ¡45!, no, de los 18), por lo que un buen entorno suma y uno malo, resta.
En otro estudio reciente se menciona que los adolescentes son menos proclives (estudio del 2014) que aquellos que eran adolescentes en el 2000 a caer en conductas de riesgo y que la probabilidad de un embarazo no deseado también es menor, al menor en Reino Unido. Lo que no se ha reducido es la obesidad entre adolescentes. Siguen comiendo como gatos castrados, ¡Jijijiji!, perdón, perdón.
En cualquier caso, pensaba compartir solo dos canciones que le he sustraido al psicólogo, nada más. Pero es que me lío... ¡Jijiji! A propósito, ¿cómo llevaste tu adolescencia? No, no, aquí no la cuentes, Menudo tostón... Venga, te regalo el tema de Avril Lavigne; claro, diecisiete. Hoy, todo va de diecisiete. Una pasada. Aunque yo, que soy un gato de trapo, me muevo en la contradicción de si los cumpliré y caso de hacerlo, cómo andarán mis fibras sintéticas...
La adolescencia es una etapa de percepción profunda del sí mismo y de búsqueda del papel, en el mundo o en casa o en el barrio, según las perspectivas. Si se encuentra el papel, se disfruta, si no se encuentra, se sigue buscando. El concepto de mimetismo, de seguir a otros, de formar parte de algo, también es importante. La identidad es uno de los elementos que influye en la felicidad o el sufrimiento durante esta etapa. Dividirla en varios períodos, según el impulso sexual también es importante. La experiencia sexual con otras personas y el amor son dos claves de la arquitectura de la personalidad en la adolescencia. Por añadir algo al artículo.
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